miércoles, 2 de septiembre de 2009

salvajes

Una persona en Afganistán intenta ir a votar en las últimas elecciones presidenciales y su osadía es castigada por los talibanes con el corte de sus orejas y de su nariz. Hay algo siniestro en este castigo que deja vivir al castigado para que sienta que nunca será libre, para perpetuar sobre él el miedo y la amenaza constante, para volverle loco. Hacer que el miedo no desaparezca para poder perpetuar al castigador, que no sólo no quiere que vote la gente sino que ejerce una represión dantesca sobre la vida y la dignidad de las mujeres.
No entro a juzgar todo lo que sucede en Afganistán, llámese invasión, ocupación o ayuda, prometo volver sobre el tema, pero el calificativo para los que llevan a cabo este tipo de castigos aplicando su ley, la del más fuerte, sin más objetivo que seguir siendo los amos de la vida de la gente, es el de salvajes.

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