sábado, 12 de septiembre de 2009

al comienzo

Cual flechas lanzadas al unísono por decenas de indios que atacan a los invasores de sus tierras, las miradas de los alumnos persiguen el trayecto que el profesor realiza desde la puerta hasta su mesa. Entre medias, todos analizarán todo, la indumentaria, la forma de andar, el saludo inicial, la fisonomía, todo para extraer una primera conclusión, la que hace que se desvíe por un momento la mirada, hacia el compañero de al lado, el primer intercambio de impresiones, positivo, negativo, y todo esto sin que haya abierto casi la boca. A partir del gesto del habla, las impresiones seguirán inclinándose, para un lado u otro, el examen continuará y sin más dilación, surgirán en las mentes de los alumnos las primeras calificaciones, motes, etc… Y todo esto en un par de minutos. Los más osados, aún sin atreverse a hablar, elaborarán teorías conspiranoicas, viene a por mí o me ha mirado mal el mal encarado éste. Alguno habrá que diga para sí eso de “que te pires”, punto de ruptura, dejadme en paz con mis cosas, con mi vida, con mis preocupaciones, con mis amigos, con mis juegos, con mis máquinas, con mi mundo que yo sólo entiendo, no vosotros, los viejos, caducos y trasnochados, siempre poniendo límites absurdos, no sabéis lo que es la libertad. El final de la película está por ver, no es a corto plazo, quedan muchos meses, indios e invasores de su libertad en campos de aulas, lidiando diálogos, miradas, conocimientos y comprensión mutua.

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