Leer a Faulkner te puede dejar con un escalofrío, ese que se siente cuando la emoción ha alcanzado el umbral, tu personal umbral para vibrar y sentir que lo oído, visto o leído está fuera de lo común o es especial. Esa corriente de placer te recuerda también tu limitación. Esa que no te permite subir ochomiles o que no te deja escribir como él, formas diferentes de muros infranqueables y humanos. Relatos escritos entre 1931 y 1955, de finales oscuros a veces, cortantes otros, finales que parecen dejar abierta una continuación que nunca llegará. Antológicos unos cuantos; si no tiene todo el tiempo del mundo para leer, busque y lea Retrato de Elmer, y después de las 30 páginas escuche a su cuerpo.
Relatos. William Faulkner (1997)
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