viernes, 3 de abril de 2009

tiempo

Perder el tiempo es sinónimo de muchas cosas, una de ellas, la de no hacer lo que uno debería hacer, quizás para conseguir un objetivo concreto. Suele pasar que en los partidos de los pequeños y no tan pequeños, no existe eso de dejar pasar el tiempo cuando el marcador está ajustado y escasean los segundos para el pitido final. Todo lo contrario, aún ganando, los chavales buscan el balón con prisa y lo quieren jugar porque ese juego es la base de lo que están haciendo, lo que les divierte. No hacen lo que los profesionales, que se hacen los remolones a la hora de jugar los últimos compases de un partido si el marcador les favorece. Por tanto, el sinónimo antes reseñado puede que tenga más de un matiz, matiz que me lleva a pensar que somos los adultos los que hemos perdido el tiempo pensando que lo único importante es la victoria y olvidándonos del placer de jugar por jugar, diversión asegurada a pesar del resultado. Alguno pensará que he perdido el norte, probablemente sí, como ese meteorito que tras caer en la provincia de Huelva hace un tiempo y ser analizado, lleva a los científicos a la conclusión de que ha estado 20 millones de años vagando por el espacio; ¿será eso perder el tiempo?.

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