viernes, 27 de marzo de 2009

dentro del caos

Africa, paradigma del caos, siglos de explotación, humana y material, rapiña generalizada, centro de experimentación, paraíso para los naturalistas, cuna de la humanidad,…, cualquiera de estos apuntes podría servir para titular un artículo sobre el continente.
Los silencios de Africa es el título que el escritor americano Peter Matthiessen dio a su libro, basado en sus expediciones por un vasto territorio, acompañando a otros naturalistas con el objetivo de encontrar respuestas a preguntas que tienen que ver con la fauna autóctona. Eran otros tiempos, aquellos en que los silencios sobre Africa hacían mella, donde la común humanidad estaba un poco escondida y los grandes medios de comunicación todavía no habían sacado a la palestra todas las miserias. Ahora que todos sabemos la verdad, o por lo menos una parte, creo que ni siquiera atisbamos a entender el alcance real de lo que sucede allí.
Como lema positivo podemos hablar de “La esperanza es lo único que se pierde”, desde luego, Dios proveerá, nos dicen otros, a qué estamos esperando, contesto yo.
La experimentación desata guerras y muertes, el Papa exhorta a la abstinencia sexual y al espíritu para frenar el sida. La Iglesia invalida el preservativo por ley. Para otros, el modelo cultural de relaciones sexuales es diferente con lo que el preservativo no vale. Más opiniones, el preservativo avanza en ciertas áreas y evita la propagación de enfermedades y muertes. En resumen, choque de trenes, alguno de los cuales aportan poca sensatez. La reacción no se hace esperar, algunos de los de allí se cansan y se desatan voces que piden dejar en paz a Africa durante un tiempo, incluso ponen plazos, cinco años, fuera las ayudas, quieren ser ellos los que salgan adelante, con sus recursos, y sobre todo, con sus ideas,
Para liar la cuestión, la Corte Penal Internacional pide la detención del Presidente de Sudán, a lo que se opone la Unión Africana, China y Rusia. Sudán expulsa a las organizaciones no gubernamentales y la amenaza en forma de muerte acelera y se cierne sobre millones de personas.
Intentar hacer un censo de elefantes suena a chiste con la que está cayendo, o más bien, con la que siempre ha caído, aunque quizás el viajar por una de esas selvas inexpugnables sea una forma de intentar conocer la realidad, de intentar encontrar respuestas, o de esconderse de todo y de todos, eludiendo el pensamiento y nuestra propia culpa colectiva, o de acercarse a unos primates, como los gorilas, que parecen transmitir emociones, para intentar conocer mejor a los humanos, aquellos gorilas que inspiraban a Dian Fossey, autora de “Gorilas en la niebla”, y de quién un compañero suyo de investigación, Richard Barnes, decía: “quizás amara a los gorilas, pero no sentía el menor afecto por los seres humanos”.

Los silencios de Africa (Peter Matthiessen), 1991

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