viernes, 27 de febrero de 2009

semillas

Una de las semillas del colonialismo occidental en Africa germinó para dar forma a un modelo de sociedad donde el desprecio por algunos semejantes lo inundaba todo, dando pie a modelos de explotación inhumanos y fuera de toda norma de civismo, basados en el aberrante concepto de la supremacía de la raza blanca. En tres palabras, aquí mando yo y hago lo que quiero. Una vez alcanzado el poder por los antaño oprimidos, cabían muchas alternativas, pero simplificando, la primera fue la que llevó a Nelson Mandela en Sudáfrica a extender el concepto de reconciliación y a no caer en la venganza, el despotismo y la acumulación de riquezas. Estuvo en el poder y lo abandonó cuando creyó llegado el momento. Robert Mugabe llegó al poder en Zimbabwe, pero no lo ha abandonado todavía y no parece que lo vaya a hacer a menos que muera, en un país que se desangra de hambre y enfermedades, pero donde él, para celebrar su cumpleaños, el 21 de febrero pasado, celebra un gran banquete, para el que repugnante es un calificativo suave a pesar de la calidad y cantidad de la comida. La semilla de maldad que muchos occidentales dejaron allí floreció o marchitó según parámetros que se escapan al entendimiento humano.

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