viernes, 27 de febrero de 2009

lenguas

Hay veces que se juntan en un mismo equipo tantas nacionalidades que la comunicación entre ellos parece hecha a propósito para evitar que alguien de fuera conozca las tácticas a poner en marcha. Ocasionalmente desembarca alguien, que valga la redundancia, acaba de bajar del medio de transporte utilizado para llegar a las puertas de nuestro campo. Ese alguien, de nombre y apellido complicado de plasmar en un papel, no entiende ni el buenas tardes, con lo cual tampoco habla, pero al cabo de un rato, con los borceguíes puestos es capaz de entender el lenguaje universal del fútbol. Pasadas unas semanas, su susto inicial se pasará, póngase en su lugar, y su mente dejará poco a poco de escuchar jeroglíficos allá donde quiera que vaya. Algo bueno tenía que tener el fútbol, ¿no?

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