Leer a los considerados grandes acarrea inevitablemente un algo de envidia. Tras muchos años sin leer nada de García Márquez, la competencia periodística por atraer lectores pone un día entre semana en los kioscos un libro suyo, Memoria de mis putas tristes, gratuito. Lo compro y lo leo en pocas sesiones que abarcan un par de días. El ingenio y la utilización del lenguaje, de nuevo al servicio de la creación de arte, ese que parece imperecedero en la pluma del autor que invita al lector a pasear de la mano de ese amor que aparece en la vejez, con el miedo a la muerte como invitado a la escena, aderezado con los recuerdos de una vida normal a la que le faltaba eso que Eduardo Punset define como “un acto de pura supervivencia”.
Memoria de mis putas tristes. Gabriel García Márquez, 2004.
Berenjenas rebozadas
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Asar las berenjenas enteras en el horno. Dejar que se enfríen y quitarles
la piel dejando la parte de arriba como en la foto. Hacerles unos cortes y
estend...
Hace 4 semanas
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