viernes, 16 de enero de 2009

conciencia

La conciencia es lo que tiene, molesta e impertinente, aparece cuando menos se la espera; de origen religioso o laico, uno se despierta por la noche y le remuerde, le come y le carcome hasta que no le queda más remedio que plegarse a eso que le dice que algo va mal, que no se puede ir por la vida haciendo de tu capa un sayo, es decir, pasando de todo y de todos. Esto suele ser lo normal, si no fuera así, este planeta sería dificilmente soportable. Lo anormal es lo que lleva a unos supuestos humoristas de un programa de una televisión privada israelí a hacer gracias y reirse sobre el balance de muertos en Palestina o a ironizar sobre guarderías bombardeadas. Algo huele a podrido en personas, grupos o colectivos de una sociedad, como la de Israel, que es capaz de convivir con ese humor, que no es capaz de decir basta. Eso sí, que a nadie se le ocurra hacer una broma sobre Auschwitz. Conciencias que no se despiertan por la noche, conciencias que han llegado a la cota de desprecio más absoluto por la vida humana, a desear la muerte del otro, del diferente, del supuesto prójimo, y como guinda final, a reirse del cadaver.

No hay comentarios: