viernes, 8 de agosto de 2008

grandes pechos amplias caderas

No parece descabellado pensar que uno es afortunado después de vivir la parte central de una vida, y poder contarlo, en un país donde en un plazo de unos cuarenta años, diversos acontecimientos dejan más de cuarenta millones de muertos entre guerras, hambrunas, desastres naturales y represiones. Esa fue la China del siglo XX, desconocida en gran medida para el mundo occidental, pero escenario de fondo de la vida diaria de millones de personas que lucharon por vivir, o más bien por sobrevivir.
Esto es lo que podría pensar la protagonista de la novela de Mo Yan, que relata de forma excepcional la vida de una familia, teniendo como narrador al hijo varón, y como pilar del grupo a la protagonista, Madre, paradigma de madre, esa que ama sin esperar nada a cambio, la que ve como los caminos de sus descendientes divergen y convergen, en su exploración de la vida, mientras ella permanece ahí, en el pueblo, esperando los regresos que llenan de vida, dolor y sufrimiento su alma. Jintong, el narrador, sobrevive porque alguien tiene que hacerlo, no parece dueño de su propio destino, sin libertad para elegir, para el que caminar es dar un paso detrás de otro, sin saber donde se va. Vida sin control, que fluctúa de la miseria a la esperanza y vuelta a empezar, mientras Madre quizás ansíe repetir esa sonrisa que una vez quedo grabada en las mentes de sus hijos.

Grandes pechos amplias caderas (Mo Yan, 1996)

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