martes, 27 de mayo de 2008

el hámster

Ayer no fue un buen día para Alberto. Aunque no acierta a decidir si fue peor el anterior. Porque el anterior se murió su hámster favorito y ayer tuvo que acudir a clase en un día que él consideraba de duelo. Dicen quienes le vieron que lloró, lloró en el aula y en el recreo. Los profesores le consolaban o lo que es decir, sentían con él. Alberto es un niño de esos que ahora se llaman especiales. Hace cosas que la mayoría de los niños no hacen y se comporta de un modo que a unos les asusta, a otros les hace reír y a otros les deja indiferentes. Suelen tener pocos amigos. Quizás nadie conozca a Alberto de verdad, ni siquiera él mismo. Ayer, sentado en un banco del patio echaba de menos a su compañero de juegos, algo que el resto no acaba de entender, y lloraba, y no tenía miedo de llorar en público, y eso es bueno.

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