jueves, 7 de agosto de 2025

empieza

Todas las semanas empiezan por algún día, y a alguna hora, puede que en ese momento se escuchen chicharras, cotorras o urracas, hasta ruidos de cortadoras de césped o arbustos, o hasta maletas arrastrándose atadas a la mano de alguien, o hasta personas que salieron de fiesta y ahora arreglan sus diferencias en voz alta o simplemente ríen, o conducen autos con los sentidos enturbiados. Podría ser que fuera el ulular del viento o todo lo que este mueve en cuerdas de tendedero, ventanas no cerradas o cables que se abandonaron en las paredes. Nadie subirá por ellos. Al igual que las semanas, empiezan los pensamientos a despertar cuando aún con los ojos cerrados salgo del estado del sueño, y se arremolinan sin guardar su turno creando espirales imposibles de desalojar, vorágine es una buena palabra. Antes de eso intenté recordar ese sueño donde unos se iban, otros venían, me afané sin éxito.

Todo empieza, los cielos, oscuros hace unos minutos, se abren inabarcables, la noche todo lo confinaba, el día todo lo expande. Estoy en la calle, habré pisado decenas de hormigas, a otras las esquivo, no hacen ruido, imagino un mundo de silencio bajo tierra, tan pesado el no ruido como la carga que arrastra una de ellas, una enorme y ligera pluma que me pregunto para qué servirá allá en su casa. Amanece, que no es poco, sin más, como ayer y como los días que vendrán.

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