Ando solo y veo colores, como el morado precioso de esas minúsculas florecillas que crean mantos de formas caprichosas y que en muchos casos eligieron zona de paso, o el amarillo de otras, que a veces abruman a las blancas o se dejan ver aisladas entre las praderas inmaculadas. Algunos rojos sueltos también, al borde de caminos ocres, de distintos tonos, según la tierra haya sido roturada o no, o según las sombras se muevan bajo las copas de los árboles que aspiran a la frondosidad. Todo lo demás es verde y más verde, todo lo que el sol ilumina casi de más en esta tarde de primavera salvaje es verde, el de las infinitas tonalidades, con espigas gigantes y especies desconocidas entre las que me abro un camino que ya se ha cerrado, podrían taparme si allí me quedara cual estatua porque crecerían buscando el cielo que nunca alcanzarán, no saberlo no les impide soñar.
martes, 27 de mayo de 2025
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