Gambeteo ante ella, que con su apéndice en la mano y la mirada abajo no me ve, me intuye ya al final, ciega que ve por un segundo, que pide perdón y a mí me dan ganas de decirle que no es cuestión de pedir perdón, que es otra cosa, que has perdido el norte chica, joven, o lo que sea que seas esta mañana de primavera.
Pregúntale a la primera IA que te encuentres si sabe tu nombre. Olvidarás enseguida su respuesta inexistente, no es tan fiero el león como lo pintan, o la leona, si ponemos género a la máquina.
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