Ella sueña y se le vienen a la cabeza cosas de aquí y de allá, ecos de otro tiempo, recuerda, rememora que aunque dejó de sacar agua del pozo hace tiempo todavía siente que el brazo se queja de aquello. Despierta y no entiende que hay síndromes que llenan años, que lo confunden todo y que acaban siempre en la misma pregunta. Recibe la llamada y habla con alguien que está al otro lado, al colgar no sabe con quién estuvo hablando, es confundir nombres, parentescos, maridos, mujeres, niños, son combinaciones de palabras, infinitas, minutos más segundos que pasan, guiones que no siempre se completan. Vuelta al sueño, comiendo castañas en una Nochevieja, una tras otra, comiendo bodas de higos y almendras, ella es la invitada a este casamiento que no tiene público. Grita entre esos sueños, ¡salid!, que van a pasar los huesarrancos, llevados a hombros, con pocas luces, ella era pequeña cuando oyó a su vecina gritar de esa manera. Al despertar se acuerda o se olvida de la vida, o dice por aquí pasó María, o busca una persona en una foto que yo imagino sin color. Y con los ojos abiertos viene un pensamiento, un solo tema, el asunto que la ocupa, lo cíclico, ya pusieron las luces, ya empezaron las navidades, minúsculas.
Macarrones con salsa de pistacho
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Cocer la pasta durante 10 minutos y mientras tanto preparar la salsa de la
siguiente manera: Pochar un calabacín mediano cortado en trozos con piel.
Pelar ...
Hace 6 meses
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