La luna que gambetea, puro instinto el engaño para un ataque que es un asustar, que es un jugar.
Repetir una palabra sin gastarla, que suena en calles o en parques o en montes, y es que más que palabra es nombre, propio y en minúscula. Y la luna que mira desde las cuencas llenas, negras, oscuro su pensamiento, negro o blanco, ininteligible.
Suspiros sin luna llena, a cualquier hora.
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