Y que diferentes somos, y al mirarnos más, y ahora descubrimos lo que entonces no vimos mientras pasábamos los kilómetros acodados en la ventanilla.
Ella atractiva en sus gestos y en su voz, de cuerpo menudo, grácil.
Sentir una piel y sentir algo innombrable, hasta memorable (vivo de recuerdos cercanos, de casi ayer), cual vuelco de corazón, cual calor, cual escalofrío, quizás todo junto y apretado en décimas, ni siquiera eso, y esperar que se repita.
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