viernes, 19 de enero de 2024

Lisboa2024

Y en Lisboa lo habitual, una mesa redonda, un río con luces, los aviones que nos sobrevuelan, las piedras que nos engañan, los agujeros a evitar. Rostros, vida y lo cotidiano como el vértigo de una terraza.
 
Empezamos a andar tan temprano que los turistas todavía no están, luego se unirán a la vida de la ciudad. Bajamos, andamos, el Tajo en su sitio con las aguas de hoy.
La iglesia de Santo Domingo conserva el daño del fuego, en el juego de piedra, papel y tijera no estaba incluido el fuego que se comió las piedras. Se reza en sillas individuales que podrían ser de niño, yo me descubro la cabeza, las mujeres no. Y el encargado se enfada cuando al empezar la misa los curiosos siguen curioseando.
Caminar y caminar, anunciaron lluvia y llueve.
En la pensión del amor las paredes rojas se llenan de retratos y grabados de mujeres, hay falos por doquier y el señor mayor podría dormirse si lo intentara.
Después de cenar en el Ararate, restaurante armenio, sigue lloviznando a través de la noche.
No es dormir, es cerrar los ojos de pie en el metro. Luz aquí y niebla allá. Un parque nebuloso, una basílica blanca por fuera. Suena música tranquila en la Estrella.
¿Qué es lo que piensan los niños del jardín de la Estrella? tan pequeños que parecen asustados y desprotegidos, ahí con sus gorras y pasamontañas, ahí cogidos de la mano que no pueden y no quieren soltar.
A la tercera la vencida, el cementerio inglés está abierto y rodeado de obras, con calles verdes, con musgo que forma alfombra verde. Los caídos en paz o en guerra reposan.
En la Rua da Costa nadie se asoma a la ventana, ella ya no está. Comida y libro en LX Factory. El puente rojo se pierde en la niebla, debajo habita un río invisible. Estamos en San Amaro, una penitencia subir sus escaleras. Y hacia Belém andando, haciendo fotos a la niebla que va y viene, que luego se irá del todo. Unanimidad en las miradas que se van hacia el puente rojo, algunos pescan, los más andando, algunos enamorados se susurran a orillas del Tajo. Los pasteles sin cola, el monasterio imponente, las gaviotas quieren comer, el sol, las palomas, un banco, la sombra de un bolígrafo, un árbol del que pierdo la sombra, las ramificaciones me parecen infinitas, pero no lo son.

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