El agua que cristaliza, todo lo hace, un hielo en lunas y en hojas caídas, las calles vacías, un silencio con oscuridad, si los coches callaran sólo se oirían mis pisadas o esa conversación con el que lleva las porras, o la que llevo conmigo mismo sin hablar. Pisadas que alguien puede oír en sueños o entre embates de amor en mañana de Navidad, como pueden oír a los que vuelven, agarrados por la cintura o por el hombro, susurrando o recordando o adivinando futuros, se eleva el tono en las conversaciones de aquellos a los que confundió el alcohol, que la calle se les mueve aunque no tiemble la tierra, Dios nos libre, yo sé que voy y vuelvo como el cielo rojo que no es fuego, que es sol amaneciendo como si hubiera dormido y es que ahora recuerdo que el sol llega siempre por el este.
Berenjenas rebozadas
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Asar las berenjenas enteras en el horno. Dejar que se enfríen y quitarles
la piel dejando la parte de arriba como en la foto. Hacerles unos cortes y
estend...
Hace 3 semanas
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