sábado, 1 de abril de 2023

solas

Tres novelas cortas agrupadas. De pintores pobres y amores va la primera, ellas y ellos en una lectura plácida, de verano largo y de noches frías más tarde, de bailes o estufas, según cuando, de celos, inevitables; una de las protagonistas posa para el pintor, ¿por qué los hombres se dedican a la pintura?

Segunda entrega, parece no pasar nada en las vacaciones de verano, de sol y tormenta aislada, entre viñas y pantano, en la casa de aquí o en la de la colina. Se reúnen los amigos, estudiantes, y también hay encuentros y desencuentros con alguien más, con espacios para esconderse o para pasear, con espacios donde cenar y beber y dejar que pase el tiempo.

Y la tercera empieza con un capítulo antológico, con una protagonista indudable, ella, que vuelve al Turín de su infancia con el objetivo de preparar la apertura de una tienda. Desfila el pasado y el desgaste de la guerra que hace mella en el presente. Y allí conoce a gente nueva, desocupada, que sólo vive y alterna, personas que parecen haber vivido ya todo siendo tan jovenes, que van de fiesta en fiesta, apurando sorbos de vida, gastándola como suela de zapato. Para el recuerdo, muy recomendable.
Y la paz de las dos primeras entregas desapareció, y llegaron otras sensaciones como la resignación, o la desesperación y la frustración. Y entre tantas palabras de tantas páginas hay frases o comentarios que me dejan parado, que es necesario volver a leer lo que luego olvidaré. 

El bello verano, 1940
El diablo sobre las colinas, 1948
Entre mujeres solas, 1949
Cesare Pavese 

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