sábado, 22 de abril de 2023

Ávila-2023-2

 Allá donde los reflejos me engañan se enciende una gran lámpara piramidal a la que no le faltan piezas. Luce sobre el gran salón, así lo imagino yo. Incapaces de saber si el día salió gris o azul me conformo con lo artificial.

No madruga la ciudad, dice el señor que es por el frío, que si no hay nada especial que hacer en Domingo para qué salir a las calles regadas y desiertas. Chocolate caliente y porras ya frías, todo para alcanzar un equilibrio.

Puro espectáculo la carretera de Ávila a Cebreros, llena de vacíos, curvas y montañas. En los prados que dan de comer a las terneras que siguen a las madres, los buitres sobrevuelan la muerte y todo es tan verde y tan azul que por un momento parece que todo fuera como antes.

Puente romano sobre el Alberche, de piedras desgastadas. En el río tortugas, más de dos, más de tres. Aquí pagaban los ganados el peaje de cruzar hacia otras tierras, por aquí también pasó la entonces infanta Isabel en su camino a Guisando para ser declarada heredera al trono. De eso ha pasado tiempo, 1468. Si iba despierta o dormida, si vio las aguas o si oyó a los pájaros nadie da fe. Y después llegamos a los cimientos de la venta juradera donde están las bestias de piedra talladas.

Hay agua pero sin mar en el pantano de San Juan, colonizado en sus orillas de la forma más anárquica que usted pueda imaginar. Cuerpos al sol, algún baño, cementerios de barcas y los que pueden navegan. Lo demás puede ser un querer y no poder, un recibir sol un día de Abril.

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