Olvida las mantas que realmente abrigan, las no apolilladas, olvida los jerséis comprados, todavía con etiqueta, olvida hasta el día, no sé si el mes. Pasado su cumpleaños del que olvidó el día ya no recuerda que no le compré nada, tiene los pies calientes al lado de la estufa, yo también, y nos hacemos mayores con un decalaje de años que es fijo, tan inalterable como inevitable será el futuro. No olvida lo demás, que es mucho, que es tanto que a veces le desborda. No olvida que tiene que comer ni que tiene que dar de comer a su hijo, ni olvida que hace frío, esa sensación que hay que tapar y cubrir con ropajes, ni olvida caminar a pasos, pasitos cortos, imprecisos, atrevidos y libres de obstáculos.
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Hace 1 mes
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