Son pocos peldaños, menos siendo un niño porque los subo corriendo, no los cuento, los trago; dos tramos, fríos al tacto, el pasamanos quiere ser liso pero no lo es, todo para llegar a un pequeño mirador arriba desde donde ver cómo los otros suben, como levantan cada pie, a veces la cabeza, sonriendo, a veces alborotan en tropel. Si no los espero llaman y yo correré a abrir la puerta alta, pesada, cabrán pequeños y también los gigantes, cabe todo el mundo en esa casa.
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Hace 1 mes
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