El primer balón que llevé al colegio se pinchó en el patio, el primer día. Un recreo, decenas de niños corriendo, todos a una. Una planta o un arbusto, de esas que quieren defenderse llenando sus ramas de afilados salientes, seguro, casualidad. Era de goma, de pentágonos negros y blancos. Ya no botaba, ya perdía su esfericidad al tocarlo. No creo que llorara pero seguro me entristecí. Luego, más tarde, tuve un balón de reglamento, de tiras de cuero, precioso es poco adjetivo.
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Hace 1 mes
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