Empezar lejos o cerca para alcanzar un punto, al que llamamos destino, pasando por otros muchos puntos antes. De eso va viajar. Y en ese trayecto hay colores y calores, y muchas palmeras, algunas tan huérfanas que no sé cómo resisten la soledad. Y unas cuantas torres de iglesia, esbeltas, que cada pueblo quiere tener la suya. También hay un color turquesa en unas aguas encajonadas. Y ya en el destino hay otro color azul, de infinitos matices, en unas aguas sin fin. Y el sonido, inolvidable, el de unas olas minúsculas y persistentes.
Y en vez de gaviotas hay pajaritos que algo buscan. También aires que vienen de mar adentro, que las sombrillas quieren volar.
Paseo por terreno inclinado y miro a mi alrededor, esquivando castillos y hoyos que albergan a los niños inocentes.
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