miércoles, 25 de mayo de 2022

ríos

Arlanza y Arlanzón, ríos, uno que acude al otro para llamarse afluente, de ahí el primero se fundirá con el Pisuerga, y al final serán aguas revueltas, sin etiquetas, que llegan al Duero, y todo camino de Oporto. Pero antes fluyen por tierras de Burgos, para dividir o unir, para llamar a puentes y acercar orillas, para nutrir al monasterio del valle o para alimentar a los buitres, acebuches, gaviotas e infinitas aves, o para que las sabinas vivas sigan creciendo en su verdor y para que las colonizadas por los líquenes, que dan un tono fantasmagórico al paisaje, puedan sentir el eco de aquel antaño frescor.

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