La luz quiso cegarme, tan de repente, al salir del túnel, toda una explosión de luz. Hasta el coche rojo desapareció, sólo unos instantes, cualquier otra cosa hubiera sido más magia que realidad. Ahí seguía, unos metros por delante. Y yo detrás. Y tú, un rescoldo, ni dentro ni fuera del túnel, ni en este auto ni en el otro, ni en las montañas ni en los días. Sólo apareces tímidamente alguna noche, en el sueño de las horas donde el alba se nos viene, y con la luz te difuminas y al desvanecerte despierto.
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