Imagino la escena que me cuentas. Tú pequeña, sin edad, una pequeña cuesta, quieres bajar en una bicicleta. Nunca montaste. Y este viaje dura poco, quizás menos pedaladas que años. Y luego el suelo, seguro que no lloraste, y tu padre que te prohibió montar, nunca más, y tú que obedeciste sin querer, y seguiste haciéndolo para siglos después decirme que nunca aprendiste. Y yo no me imagino haber vivido sin bici, y todo mientras suena la canción homónima de Los Secretos y recuerdo las palabras que no quiero olvidar, las mismas que me hacen temblar por dentro.
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