martes, 9 de noviembre de 2021

vuelta.4

 ¿Cómo era él? ¿Y como soy yo? Surcando los paisajes desnudos de progreso, polvorientos, ajenos a lo que vendrá, a lo que llegó. Los vivos, no rechistan. ¿Y cuando llegaron las vidas? Hay que salvar el Gromajón, pintada. Tras la ventanilla ella, sola, mueve los labios, canta o habla, cantará las canciones de ahora, de su vida, el piano, sólo. Y se hace muchas preguntas, todas y ninguna, guarda silencio. Páginas en blanco, quiere imaginar todo lo que le prometen. Y si cierra los ojos, no lo hagas, no olvides que conduces, sólo ve a su madre que le mira y sonríe. Si fuera primavera vería algún árbol aislado en flor. 

Y nuestro viajero no se imagina como Dios puso todo ahí, tú aquí, tú allá, un orden desordenado que le asusta. Mira sus manos y ve las ovejas. Las manos que se mueven, las ovejas, gobernadas, pastan. No conoce nada. Habla con el pastor, hosco, taciturno, Dios esté contigo, hermano. Y si el pastor no le conociera, a Dios, y si nunca hubiera oído hablar de él, y si no supiera de la otra vida…

Y el monte se quemó, y luego años después sólo yo sé que ahí hubo un páramo negro que ascendía la colina. La vida surgió de nuevo, es tiempo. Amenazador el frente, alturas que tocan el cielo. En esas nubes se esconde el agua, pero su color es oscuro, diabólico. ¿Por dónde cruzarías tú? ¿Y tú me lo preguntas? Jose Moreno vuelve, subir, diez grados, salvar la vaguada. Agua, todo encaja. Nos guía, hermano. Pasado el peligro se abre la luz. Y Moreno lo borda, “no la ves aún, pero llega”. Estación deprimida, fascinante. Avería triangulada. ¿Cómo se hacen los caminos? Los hacemos todos, que se lo pregunten al poeta. Todo se aclara, se filtran rayos, luces que nacen en las nubes, ¿será hermoso la palabra adecuada? Esa tierra que se extiende, y el horizonte no encuentra montañas. Nada, ni colina, ni mota. ¿Dónde acabará esa tierra? ¿Qué haremos el día del Señor? Descansar hermano. No, ahora no, ahora la gente viaja.


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