viernes, 22 de octubre de 2021

vuelta.3

 ¿Y si alguien con hábitos viajara en tiempos pretéritos, camino a la capital, por los caminos de entonces? Si hago de cronista de alguien desconocido, ¿llegaría a conocerle? El Alisa, desgastado por la vida. El Arlanza, rodeado de árboles. Pueblos que no se atravesaban. Vamos a llegar a la llanura de la estación de tren. Escasa, pequeña, su silueta, pero reconocible. Sobreestimé la imagen. Idealicé la vista. No es cierto. Allí donde las puertas se hacen transparentes se puede ser feliz. 

Y el viajero oye, le llega el silbido, un viento que debía de amenazar con llevárselo todo. Ellos que no sabían que algún día volaríamos, pero podían ver a los pájaros  desafiando los abismos. Y ese viento podía traer agua y frío. Un árbol caído podía interrumpir el camino y entonces hacerse preguntas, esquivarlo, seguir, es de noche. ¿Durmió alguien aquí entonces? Hoy las cabinas de los camiones parecen ser suficiente. Sin verlas parecen acogedoras. Esa noche imaginó nuestro caminante cómo sortear todos los obstáculos, arriba las estrellas, que no hablaban. Abajo, hoy, hilos de luz donde se aposentan pequeños pájaros. ¿Y si él viajase sin saber dónde? Y si así se sucedieran las jornadas que llamamos días. En el fondo todos lo hacemos, sin destino. Y la luna menguando o creciendo. Y siempre a la intemperie. Perros sueltos que ladran, lleva un palo para alejarlos. Criaturas de Dios, escucha en su interior, pero los teme. Lo busca en cada hora. Te busco, piensa, quisiera poder dirigirme a ti, sabiendo que estás ahí. Canta el pájaro.

Paula Rojo también canta y levanta el espíritu. Un banjo de fondo, poner imagen, adorar santos. 


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