sábado, 28 de agosto de 2021

ida.10

Pero antes de llegar hay que pasar por Briviesca y parar en La Tere y comprar las almendras garrapiñadas, y comerlas antes de llegar o de volver y guardar la caja que sirve para olvidar vaya usted a saber qué.  Y seguir para aventurar que un día entraré a ese pueblo cuyo nombre no recuerdo y pararé allí, en el parking que rodea el restaurante. Es redondo, quizás octogonal. La autovía esquivó al pueblo. No sé si está en servicio. No sé si ni siquiera existe una piedra de todo aquello. Es provincia de Burgos. Desconozco por qué paramos ahí a comer algo. Quizás de vuelta a casa. Lo cierto es que el arroz blanco no se asentó en mi pequeño cuerpo y pasó lo que tenía que pasar. Unos kilómetros antes o después se llega a Pancorbo. Un desfiladero estrecho y donde hoy todavía se circula tan despacio como antes. Los radares tienen la culpa. Hacia arriba montañas enormes, vegetación abajo y un tren que en lo alto atraviesa las montañas horadadas. Son cuatro metros pero parece que el mundo cambiara. Dejamos la llanura inmensa que nos trajo de Burgos. Al otro lado quizás las nubes, aunque estas suelen aparecer un poco mas adelante, en Miranda de Ebro, ahí quizás se haga de noche en pleno día y es que esa frontera parece no ser sólo autonómica sino meteorológica. Se atraviesa el ancho río en ciudad ferroviaria por puente de tráfico lento, hay semáforos. Y enseguida se enfila Vitoria, se va paralelo al río, que también es alavés, por poco tiempo, ahí hubo curvas, peligrosas, con el río como destino en caso de accidente. Los túneles cambiaron todo. Sí, ahora sí, ya llegamos. Hubo un tiempo en que unos amigos vecinos salían a buscarnos, unos kilómetros antes de Vitoria, tras las vacaciones de agosto, y después de los besos yo cambiaba de coche para ir con mis amigos. No sé qué es de su vida, es lo que tiene vivir, todos seguimos avanzando, pero esas rectas, un día paralelas, se van separando mas y más para dejar de verse. Hemos llegado, hemos vuelto, tantas veces que perdí la cuenta. Pero no te demores que siempre se vuelve.


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