domingo, 30 de mayo de 2021

ida.2

Un camino se convierte en reconocible por los puntos que se vuelven familiares a fuerza de repetición. A la derecha hay un cartel que dice Algete, nombre desconocido en tiempos pretéritos, y al lado, en ese desvío aparecen los silos del Águila, la fábrica de cerveza que se erigía dueña del paisaje urbano entonces, y que sigue estando ahí aunque cambió su nombre. Un niño pequeño impresionado por la dimensión y un Águila que fue presa del viento, o quizás víctima de algún avión que buscaba o abandonaba un primitivo Barajas, todavía sin expandir, el que sirve infinidad de vuelos ahora, con aeronaves que sobrevuelan urbanizaciones cuyos vecinos se quejan de que ellos llegaron antes y el progreso después. Mucho jardín para no disfrutarlo. Pleitos desde hace años y condenas en forma de ruido. Domesticar el ruido, darle sentido, Sabina suena, de nombre Joaquín, entonces y ahora, con años de por medio.


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