Igual que puedo llorar escuchando el canon de Pachebel, lloro leyendo Alegría de Manuel Vilas. O también viendo una boda donde no conozco a nadie, hasta una boda de ficción. Todavía se casan las personas, buscando la eternidad quizás, aunque sea la de la pareja. Flechas que llegaron al corazón, que hicieron diana aunque fueran disparadas con destino incierto. Que no se marchite y que las palabras no lleguen tarde.
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Hace 5 semanas
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