miércoles, 12 de agosto de 2020

autocomplacencia

Escalamos aceras para cruzar las vías del tren, no muertas, la estación al fondo a la derecha parece relucir tras la lluvia. Antes era oscura pero el tiempo y la modernidad se llevaron su atractivo. No vale que las cosas sean funcionales o prácticas, tienen que ser bonitas, que llenen los sentidos. Al fin y al cabo el dinero público parece que resulta gratis. Mientras, también desde lo público, se recorta en sanidad o en educación a la par que paseamos avenidas impolutas, llenas de árboles y césped cuidado. Fachada, pura fachada que sirve para recibir premios de Green capital y honores que no revierten más que en el ego de dirigentes apolillados. Pero escarbando un poco se encuentra la basura o el polvo debajo de la alfombra. Lo que no harán tantos ciudadanos pasivos que no solo no protestan, sino que consolidan a los dirigentes en sus puestos, casi de forma vitalicia; ciudadanos libres, adoctrinados, orgullosos de algo que se me escapa. A algunos de por aquí les sobra con el pan y el vino, de Rioja por supuesto, para estar satisfechos. Absurda autocomplacencia.

No hay comentarios: