sábado, 11 de julio de 2020

milagros


Ay la vida cómo es, llena de impaciencias incontables, de miedos incontrolables, de milagros cotidianos que se hacen continuos. No se explica si no que estemos vivos, que sigamos aquí, que sigamos respirando. Me cuesta descansar, que no es lo mismo que dormir. Vienen pesadillas, y yo sin quererlas. Reencuentro, eres tú. Me encanta esa foto, alguien que no se mueve y tú agarrando su bastón, qué ves al fondo, me pregunto. Escribo palabras sueltas que yo sólo entiendo, y les pongo color en ese cuaderno rayado que es antesala de estas líneas. 
Y entre tormentas y soles pasa el verano, con ovejas que balan entre placas solares y yo, que no soy pastor y que me llamo como tú, no sabría qué hacer con ellas ni entendería sus sonidos ni lo que sienten cuando tienen corderitos. Y sólo espero ver otra primavera, donde no recogeré margaritas. Yo las llamaré velloritas, también chiribitas, incluso pascuetas, formando ramos, hermosos, punteados de colores, de tacto suave y olor a campo. ¿Hay algo más milagroso?

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