sábado, 10 de agosto de 2019

cine


De The Rider me quedo con la verdad y con la calma. Todo contado en escenarios que parecen abandonados. Personajes que se interpretan a sí mismos, reales, viviendo el día a día sin estridencias, sin música de fondo.

En Dogman hay un barrio desolador y hay rabia, pena, compasión, amor, engaño. Pareciera que tiene más de lo que cabe en la vida, aunque sólo dure un par de horas.

Ambas parecen abarcarlo todo, quererlo todo, y lo mejor es que lo consiguen. Por eso el cine a veces es deslumbrante, y sobrecoge.

Y escribí lo anterior antes de ver La vida de nadie. Angustiosa, puede suscribir todo la anterior.

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