sábado, 10 de agosto de 2019

brihuega y sigüenza


A unos kilómetros de Brihuega están los campos de lavanda que todo el mundo busca. En el pueblo quedaron los tonos malva, lilas, que decoran las calles y guían la fiesta. Es lavanda o lavandina y todavía somos pocos, los contamos con dedos. Olor no muy grande, inexistente casi, salvo que pases tus dedos por las flores. Las abejas a lo suyo, y menos mal que no nos hacen caso. Zumban, vuelan y demás. Se pueden pasear los campos, por hileras. Colores verdes y lilas. En Brihuega hay excursiones y grupos que van de aquí para allá. Y la banda que inicia el pasacalle y algunos que les siguen. A mí me suenan a circo esas primeras notas. Iglesias cerradas, cementerio donde es difícil no pisar las tumbas y paraguas que se abren al revés para engalanar.

De Brihuega a Sigüenza hay más campos lilas y más gente que ha aparcado y que se ha vestido de blanco para que la foto sea diferente. A mí que me lo expliquen o también me digan por qué nadie para en esos campos segados donde la paja que se quedó pinta amarilla, reluciente. Incitación a fotografiarlos, campos de Castilla.

Comemos bien en Sigüenza y enfrente está la Catedral, con buena audio guía. Se está bien, casi hace fresco. Hay claustro alto y luminoso, capillas y explicaciones. El Greco firma una Anunciación, pero la estrella es el Doncel. La visita se paga con ello. Preciosa escultura de quién murió en la reconquista de Granada. Sus padres, hermano y abuelos están cerca. El mausoleo de Fadrique y el altar de Santa Librada se juntan y son preciosos. Y el Diocesano, museo, se visita con la misma entrada. Todo por ver la Inmaculada niña de Zurbarán. Lunas de puntas hacia abajo con vestido blanco y expresión inigualable. Donantes que se convierten al cristianismo y exhiben kipa, desafiando a la autoridad. Y otros que ofrecieron el retablo encargado para salvar de la peste a alguien querido. San Roque y San Sebastián como posibles intermediarios contra la epidemia. Nunca sabremos si la mató la peste o la vida. Algún Tiziano, un Carmona y un Salzillo. Interesante museo. 

En la calle hace casi frío de chaqueta. Se pasará en los campos lilas donde los humanos parecen haber ahuyentado a las abejas. Quizás acabaron su trabajo.

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