sábado, 6 de abril de 2019

angulema


Viernes, cielo encapotado, extensiones de viñedos en la zona de Cognac. Viajamos hasta Angulema. Hay mercado, iglesias y ruta para ver dibujos, comics y murales. Un poco decepcionantes, se salvan pocos. Llovizna, en la catedral de San Pedro la portada es preciosa y el interior blanco. Reconstrucciones varias, guerras de religión que tienen la culpa. Quizás la gente no está acostumbrada a ver turistas en esta época del año o bajo un paraguas, nos miran, bichos raros. Nos movemos por ver que hay más allá de nuestra cama y puerta. Para descubrir que todos somos iguales, más de lo que parece, que hacemos las mismas cosas, que compramos en los mismos sitios, que tenemos costumbres, las nuestras, no tan alejadas, y que reímos y amamos de la misma forma.

Bajamos al río por empinada cuesta. Hamburguesa en food truck y librería de comics inmensa, que pena no saber francés. Subir la cuesta, abrir el paraguas, cerrarlo. Ella se asombra con las formas de los fósiles, estrellas, conchas, etc…del museo de la ciudad, restos de arqueología, prehistoria, la planta de bellas artes está cerrada. También arte africano. En plaza cercana recuerdo en placa a los que allí fueron concentrados un día, ocho de octubre de 1942, para marchar a la muerte. Judíos y demás. La infamia de un régimen, el de Vichy, que colaboró con los ocupantes alemanes. La gran guerra siempre presente en monumentos a los caídos. La segunda guerra fue otra cosa.
Coche para cenar en Cognac. Otra ciudad vacía, las tiendas no esperan visita. Cerraran y ya está, como cualquier otro día. Comemos al lado del río, en italiano de local bonito. Llovizna en el regreso al hotel, la noche se antoja oscura y llena de lobos.

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