CR7 se tira, le den o no, le gusta lo verde, el césped. Primeras eliminadas,
sin llegar al tercer partido. Tanto para tan poco, nada. Llenar las esperanzas,
llenar las ilusiones, para volver, para llorar en la grada o en casa.
Campos rodeados de agua y mosquitos que migran del río al verde. Todos a la
vez.
Mujeres iraníes en la grada, milagro, espectáculo prohibido en su casa. ¿Y
si esto cambia algún día? ¿Y si alguna vez se olvidan de lo negro, de lo oculto
y de lo desconocido? ¿Y si viven, o les dejan, para disfrutar de algo que es
nada y es mucho? ¿Deberían expulsar al equipo de la FIFA? A qué juegan, no
vieron Oliver y Benji, hay que marcar gol, la portería está allá. Un jugador
iraní, perdiendo, pierde tiempo dando una voltereta antes de sacar de banda,
besar el balón, rezar y mirar al cielo. Sigo, perdieron, no puede ser de otra
forma. Que vengan los equipos buenos.
A este Messi le he visto muchas veces. Cabizbajo y sin espíritu. Sólo él
sabe lo que hace que esto suceda. Todo lo demás son conjeturas. De él depende
que lo sepamos algún día. La bola sigue.
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