domingo, 31 de diciembre de 2017

antiguo



Digo que voy a acabar el año volviendo a lo antiguo, lo digo antes de tiempo, antes de acudir, antes de llegar al destino sin saber que hay imponderables, que hacemos planes que no se cumplen, porque no todo depende de nosotros, de nuestra intención. Ya en lo antiguo, en el MAN, donde se almacenan y exponen restos de la vida que nos precedió. Las capas que el tiempo echó sobre los muertos a veces son insuficientes y excavamos para sacar aquello que nos dicen cómo eran ellos. Antigüedades, pero no caducas o inútiles. Antiguas porque han pasado años, muchos, desde que alguien quiso hacer algo, tuvo motivos para ello, tuvo disponibilidad de materiales y hasta quizás tenía un incentivo. Tuvo motivos, varios, muchos, quizás porque le gustaba crear, o porque quería impresionar a alguien, o porque simplemente se sentía bien haciéndolo, nada se hace sin motivo. Hasta esto último podría ser el incentivo o la recompensa, simple. Me encuentro bien, mientras, durante, y cuando acabo no hay un clímax orgásmico, simplemente la impresión de haber disfrutado haciéndolo, de haber pasado un buen rato, de haber gastado, pasado el tiempo de otra forma. Hablamos de siglos atrás, de uno o dos siglos después de Cristo. Nos llegan arrolladoras, las imágenes esculpidas del Trajano de Itálica o del Efebo de Antequera. Magníficas, anónimas, de artistas de los que nunca sabremos nada, sólo que pulieron mármol o vaciaron moldes. De ojos que se perdieron o de cuencas vacías. De cuerpos mutilados. Antiguas pero vivas, recordándonos que el arte siempre vino al rescate del ser humano para escapar de lo cruel, para agarrarse a la vida. Fuera hay muchas luces, bolsas con compras, adornos. Plazas que se encienden, manos que se toman. Campanadas que vienen, ya el año será historia, alguien lo calificará pronto de antiguo.

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