sábado, 18 de noviembre de 2017

El lunes amanece con alguna llovizna, insuficiente, pobre. Y mucho aire que torna frío el día. Después de desayunar en La flor de la tapa tomamos el coche para llegarnos a Santa María de Huerta. La carretera que va de Almazán al pueblo es preciosa, sinuosa, desierta, todos se fueron o no vinieron nunca, escasos los pueblos, tierras para cultivar o para la nada. Serán campos de Castilla. El Monasterio, del Cister, bien merece una visita. El audiovisual presenta la vida austera de horarios y normas, de frugalidad y silencio. Todo bajo una fe que cada vez se antoja más lejana e incomprensible. El frío nos acompaña por todas las dependencias. La iglesia es hermosa, el refectorio más. Un par de claustros. Ora et labora, una máxima, que siguen haciendo. Algunos hermanos trabajan elaborando mermeladas y otros dulces, todo a la venta en una tienda donde el hermano rompe el silencio para atender, nada más. Afuera el día que crece sigue frío, aún más. En Sigüenza recordamos algo pero no todo, hay que volver a ver al Doncel, hoy tras reja. De momento comemos en Don Rodrigo, bien y barato, y caliente, que el cuerpo lo agradece y necesita. Lo demás es camino de vuelta.

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