lunes, 4 de septiembre de 2017

paredes de nava



Miércoles, 30 de agosto, la temperatura bajó y el sol no da para calentarlo todo. Será que la masa de aire caliente se alejó. En Castilla, en la provincia de Valladolid, dice el cartel que el Club, protegido por setos de los curiosos, abre a las once de la mañana. Aire que mece las sombras y coches en la gasolinera, viajeros o viajantes. El coche quiere aceite y yo agua. Deseos satisfechos. Ya en Paredes de Nava, provincia de Palencia, el bar donde entro es sombrío. Padre e hijo, dueños y otro paisano. Hostal ratón, habitación limpia. Otros tres abuelos en la calle viendo la vida pasar. El aspecto de la circunvalación del pueblo donde se ubica el establecimiento es desolador. Me acerco con el coche a la entrada del canal de Castilla. Tres kilómetros de asfalto para dejar el pueblo. Se acrecienta la desolación a medida que se abandona el pueblo. Un supermercado parece concurrido. Como y converso. La tele con la rueda de la fortuna. Antena 3 parece que ha retrocedido quince años en el tiempo. Los pueblos se mueren, me cuenta. He visto uno de los cuatro rebaños de ovejas que aún quedan. Cereales, pocos niños y jóvenes. Todos se van buscando trabajo. Sólo cinco comuniones este año. 9 mesas en el comedor y nadie más que yo. Algunos lugareños en el bar. Ni siquiera se promociona el canal como se debiera. Pueblo de Berruguetes y Manriques, se le augura mal futuro. Cuatro de la tarde, el termómetro de enfrente marca 27 grados. Pueblo cerrado, peluquería de señoras abierta. En la Plaza de San Juan una iglesia de gran tamaño en ruinas y un monumento a Gregoria Matorra del Ser, nacida en Paredes y madre del libertador argentino San Martín. La fachada del cine Berruguete parece inalterable desde que fue cerrado, Dios sabe cuándo. Varios bares en la ancha plaza, de España, con monumento a Jorge Manrique y hermosa iglesia de Santa Eulalia. Mayores que discuten a gritos sobre la calidad del queso. No les sacaré de apuros. Juegan al mus, para eso se necesitan cuatro, para discutir basta con la mitad. Cabina, bancos y farmacia. Paseo arbolado a la estación. Circula tren sin parada, ruido ensordecedor, momentáneo y aire desplazado. Persianas y visillos que tuvieron mejor época. Soportales y casa de 1963. Ya es la hora, cinco de la tarde, visita guiada a la iglesia que presenta la exposición sobre Alonso de Berruguete. Guía profesional que acompaña durante 45 minutos. Expone con claridad y criterio. La visita se complementa con varias salas que conforman un museo interesante. El retablo, con tablas del padre, Pedro Berruguete, merece la visita por sí solo. Se completa con esculturas de Inocencio, sobrino de Alonso, y de Esteban Jordan, cuñado de Inocencio. Pila bautismal de Berruguetes y Jorge Manrique. Proceden ambas familias de las Encartaciones de Vizcaya y parece que los primeros formarían parte del séquito de los Manrique. Para el pintor Pedro Berruguete sería una degradación social el querer pasar de hidalgo a artista. Su desahogada posición económica le permitió el formarse, con seguridad viajando a Italia, y quizás en el ámbito flamenco. En la antigua iglesia de San Martín, hoy convertida en centro de interpretación expone José Carbajo una colección de palomares de tierra de campos y más. Realizados en cerámica, la colección es espectacular. Vive en Vitoria, ya jubilado, al igual que los pintores que han hecho copias de las tablas de Berruguete, muchas de ellas de gran factura. Me dice la chica que se encarga del centro que en todo el verano quizás hayan pasado mil personas por ahí, de ellas sólo cuatro estaban recorriendo el canal. ¿Por qué? Preparan el pregón para las fiestas que vienen. Huele a mojado, algunas gotas. En Santa María tres mujeres esperan, dos hablan. Una ermita vacía. Viene la gente, para misa y novena. Cenaré una tortilla de bonito en bocadillo de pan magnífico cuando la señora vuelva. Llueve a mares antes de dormir. La noche hace aún más oscuro el pueblo.

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