martes, 5 de septiembre de 2017

medina rioseco-2



Sábado de cielo azul. Campanas, de vida esta vez. Frío que templa el sol. Luego el día será espléndido. Churros y chocolate en el bar Angelín. En cada mesa un ejemplar de la revista Hola. El zapatero trabaja en un local que nunca ha sido restaurado. Más campanas. En Santa María las puertas abiertas dejan oír la misa funeral. La señora que enterraron ayer tiene sus nietos todos con nombres vascos, uno de ellos llamado Gantzen. Nunca lo oí. Más emigración, dice la esquela que falleció en Iurreta, Vizcaya. Su último viaje hasta aquí. Familiares, besos y abrazos, se forman corrillos, se van. Nosotros esperamos, llega José, nuestro guía para visitar Santa María. Solos, ideal, disfrutamos de su charla. Más de una hora junto con la Iglesia de Santiago, a un paso. Lección de arte e historia. El banquero Benavente quería una capilla y la construyó. Un espectáculo, ahí se va la mayoría del tiempo, detalles miles. Fabuloso el conjunto. Fue cocina para las tropas francesas. Capilla Sixtina castellana según Eugenio D’Ors. El cuerpo central del retablo es de Juan de Juni, con Inmaculada rubia y voluminosa. El resto, estuco (yeso) con policromía que se perdió en algunos sitios. La bóveda es fabulosa, todo de los hermanos Roldán de Villalpando. Escenas del Génesis inspiradas en un libro de grabados flamenco. También cenotafios de piedra caliza con policromado al aceite que semeja mármol. Padres, abuelos y bisabuelos del banquero. Éste y hermano enterrados en la cripta. Nos cuenta historias de los Enriquez y su Almirantazgo, perdido en la guerra de sucesión, apostaron al bando perdedor. Vamos a la iglesia de Santiago, escasos 200 metros. Imponente, con torre que parece no acabada, y falta de simetría. Enorme nave, y gran retablo churrigueresco con esculturas de Tomás de la Sierra. Habrá boda en una hora, llegan los músicos a ensayar y nosotros acabamos la visita. Toca acercarnos al Museo de San Francisco enclavado en antiguo convento. Se presenta un montaje audiovisual para la visita con oscuros y claros que pretenden resaltar el valioso patrimonio del lugar. Retablo magnífico, virgen de Carmona, muchas obras de Tomás de la Sierra e hijos y dos maravillas de Juan de Juni. El almirantazgo comienza con Alonso Enriquez (1354-1429), titulo recibido en 1405 de manos de Enrique III. Conocemos que el nombre del hotel, Vittoria Colonna, viene de la esposa de Luis III Enriquez de Cabrera, octavo Almirante de Castilla. Nos queda para acabar la mañana visitar el museo de semana santa enclavado en la también monumental iglesia de la Santa Cruz. Historia de procesiones y cofradías junto con los pasos, modernos y antiguos que desfilan en esos días. Dice Unamuno en 1932 sobre un jueves santo en el pueblo…”el anciano cree ver lo que vio de niño, y el niño, aún sin darse cuenta de ello, espera ver lo mismo cuando llegue a anciano…”. Buenas obras, como el yacente de Bolduque y una Dolorosa de Sierra. Es hora de comer y elegimos el restaurante Pasos. Acertamos. Excelente el salmorejo con berberechos. Descanso y a reanudar la actividad. Toca visita a la antigua fábrica de harinas de la dársena del canal. Visita guiada de media hora para ver maquinas de antaño en cuatro plantas. Se aprovechaba la fuerza del canal para mover maquinaria pesada. Mucha de ella de la firma Daverio de Zurich. En silencio ahora cuando entonces el lugar sería un hervidero de ruidos y polvo. Extintores antiguos, Antifyre, para acallar las posibilidades de combustión del inflamable polvo y de la construcción de madera. En la dársena se encuentra el centro de interpretación. Lo recorremos antes de tomar el barco que nos llevará a recorrer el canal durante una hora. Cien años de construcción y cien de uso. El ferrocarril se lo cargó. Se recorrían 147 kilómetros en 9 días, en barcazas tiradas por bueyes. Objetivo, llegar al norte. El tren lo dejó en seis horas. De todas formas 50.000 hectáreas se benefician de sus aguas que a su vez vienen del Pisuerga y Carrión. Y 300.000 personas beben de ahí. 4000 presos participaron en la construcción. Descubro que sirga, la denominación de los caminos paralelos al canal es una maroma, o cuerda utilizada para mover la embarcación desde tierra. El barco es eléctrico y mueve palas de agua. Agradable la ida y calurosa la vuelta. Breve paseo andando después, vienen los mosquitos. Misa de ocho en Santa María, admiramos el retablo, iluminado primero de forma natural y luego artificialmente. Sorprende el lleno y la calefacción de los bancos que será necesaria en otras fechas. Cenamos en el Bar Asturias mientras España e Italia dirimen su contienda. El camarero es parco en palabras. La comida está bien. La noche es agradable, de terraza o banco callejero. Hora de volver al hotel.

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