miércoles, 5 de julio de 2017

san juan en Ayllón



No es una visita normal, se aleja de lo convencional. El doctor recibe en su casa y enseña y cuenta, y podría no parar. Y a veces repite las cosas y da vueltas, enganchando temas. Compra lo que queda de la iglesia románica del siglo XII, allá por los años 60. Y ahí construye lo que ahora es su retiro. Médico Psiquiatra, nacido en el 31, todavía ejerce en Madrid un día por semana. No quiere pacientes nuevos, conserva alguno de otros tiempos. El ábside románico y el cielo encima. Todo engalanado de pinturas, suyas, todo lleno de papeles, que no son sino párrafos de poesía de Lorca. Iglesia de San Juan. Empieza la historia, del cambio de milenio, del sexo en los adornos, de las leyes de Ayllón, encaminadas a lograr las conversiones de los judíos. Vicente Ferrer estuvo en la villa para ello (1411). Nombre de pueblo igual a apellido de conversos, que desperdigados por el mundo se han reunido en alguna ocasión por aquí, mezclando lenguas diversas. La estrella de Venus, allá en la capilla gótica asociada, del XVI, por encargo de los marqueses de Villena. Medallones de Carlos e Isabel de Portugal y Poeta en Nueva York, en cuadro. Dice Pedro Corróns que después de investigar durante años el alma humana en busca de los orígenes de la locura, nadie ha llegado mas al fondo que Lorca, con su poesía. Desorden no forzado, desorden consecuencia de los años que se cumplen, de los días que se pasan. Nos habla del síndrome del lavado de manos y nos lee unas líneas de la escena de Yerma, emocionante.

“Cada hora que transcurre aumenta el infierno en aquella casa. Ella y la cuñada, sin despegar los labios, blanquean todo el día las paredes, friegan los cobres, limpian con vaho los cristales, dan aceite a la solería. Pues, cuando mas relumbra la vivienda, más arde por dentro.”

Mas emoción cuando habla de su hijo muerto a los cuatro años de leucemia. Un cuadro lo pinta junto a su hermana. El poema, Alba, 1919, lleva a una lágrima.

¡Qué haré yo sobre estos campos
Cogiendo nidos y ramas
Rodeado de la aurora
Y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
Muertos a las luces claras
Y no ha de sentir mi carne
El calor de tus miradas!

Conoce a Lorca en 1936, meses antes de morir.  Fuera un estanque, mesas, sillas, capiteles, él sigue hablando, con bastón de mando. La música de fondo, ópera, suena lejana. Nos habla de sus veinte años ejerciendo en Estados Unidos, impulsor del arte como terapia. Algunos visitantes se alejan, no le escuchan, no entiendo el por qué. Se va a Zane Grey y su pueblo natal, Zanesville, en Ohio, donde ejerció. Y vuelve. Sus neuronas parecen relacionar todo. Un apretón de manos y se cierra la puerta, una hora después.

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