Siempre quise bailar el tango. Como ese que cantaba Gardel, aquel que
compuso a medias con Alfredo Le Pera. También murieron juntos. “Acaricia mi
ensueño el suave murmullo de tu suspirar”. Así dice y es empezar y desplomarse
las defensas, las que impiden llorar, las que impiden caer presa de ese
estremecimiento que anuncia más. Se encadenan frases y se palpa la sensualidad
de un baile donde hay piernas que se levantan en ángulo y luego bajan, pasos
que parecen zancadillas, cuerpos que se abandonan, que se sostienen, que se
levantan, y bocas que nunca llegan a encontrarse, siempre buscándose. Dicen que
es un tango canción, “el día que me quieras”, grabado en 1934. Dicen que primero
fue el baile, que luego surgieron letras que se acomodaron al ritmo y a la
emoción de ese entrelazado de cuerpos. Aquí, con esta pieza, el par de autores,
música del ilustre Gardel y letra de Le Pera, no dejaron resquicio para mucho
más. Emociones condensadas, contenidas en esos pocos metros cuadrados que se
pisan mientras se sueña.
domingo, 30 de julio de 2017
lincoln
De editorial Juventud. Edición de 1987. El autor, suizo-alemán, se
especializó en biografías de grandes hombres. Uno de ellos, Lincoln. Acabado allá
por el 97, guardo escasos recuerdos, quizás el poso de libro interesante, por
lo que de tal tiene el personaje.
Lincoln. Emil Ludwig. 1930
mandela
De la colección de biografías de Espasa, hay que leer al menos una vez
una sobre Mandela. Uno de esos personajes que marcan el siglo XX y que
pertenecen ya al olimpo de los dioses sobre los que se construye un planeta
algo más justo.
Mandela. Jean Guiloineau. 1990
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