sábado, 22 de abril de 2017

johnson



Tarea ingente la que acometió James Boswell. Escribir la vida de su amigo Samuel Johnson, escritor inglés, quien recopila es escocés. No pocos comentarios acercan de las diferencias entre unos y otros surcan las páginas del libro. Boswell (1740-1795) conoce a Johnson (1709-1784) en 1763. A partir de ahí se entabla una relación cercana, epistolar y presencial, aunque ésta, no con la frecuencia que ambos quisieran. Reuniones o algún viaje que paran la escritura de cartas, en esos tiempos donde la gente escribía para interesarse por los demás. El ingente volumen recopila esa comunicación así como mucha otra intercambiada entre Johnson y otras amistades o personajes que aparecen por su vida. Cuando se reúnen, Boswell intenta anotar todo lo dicho y cómo se ha dicho. Vehemente en las discusiones, prima en Johnson un acusado sentido común para discutir de lo humano y lo divino. La conversación a veces deriva en una competición de oradores. Sobremesas o paseos, cortos viajes en carruajes, reuniones en el Club, todo da para repasar y hablar sobre la vida. Cuando el diálogo es cosa de los dos, “la conversación es la más feliz, sin competición, sin vanidad, sólo un tranquilo intercambio de sentimientos”. Nació Johnson en Lichfield; allí en su Catedral, está enterrada una extraña, eso dice la placa, alguien que murió de amor por su padre, Michael Johnson; corría 1694, Elizabeth Blaney. Dicen que hereda el hijo un carácter melancólico. Murió en Londres Johnson. Enterrado en Westminster Abbey.  En algún momento del libro recuerda un epitafio leído en algún libro, de tumba ajena, pero que quizás se hubiera aplicado a sí mismo, “estuve bien, estaría mejor; y aquí estoy”

Life of Johnson. James Boswell. 1791

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