Paseo
por las soledades sin pena ni gloria. Avanzo y curiosamente me voy deteniendo
en aquellos versos cantados por Serrat. Me salen las melodías que tanto
escuché. Conocí a Machado tras una portada roja, creo. Campos de Castilla,
retratos, saeta, caminos andados. Maravillosa la combinación. Los surcos
podrían estar hasta gastados de tanta repetición. Mareados de tanta vuelta. Vinilo
negro guardado en ese papel suave, que protege de inclemencias. Luego me paro
en el caballito, el que voló. El de los sueños de un niño, o de tantos, de
madrugadas de espera o de simples noches. Eran lecturas para un atardecer que
queda lejano, que riman o no. Versos llenos de letras que crean imágenes,
imperecederas.
Poesías
completas. Antonio Machado. Edición de 1980
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