sábado, 24 de septiembre de 2016

cambio



Nada es lo que fue. Las formas de antaño, atractivas a la vista, artificiales, iconos de modernidad, se convierten ahora en secas aristas, en especie de caja de zapatos que la vista desaprueba. Son los coches del pasado, los de muchos viajes. El mirafiori, o super, el 131 de Seat. El Miraflores. En castellano no suena igual de bonito. El nombre hace referencia a la zona donde está la mayor factoría de Fiat, al sur de Turín. Todo tiene explicación. El coche en un parking de esos centros comerciales que recuperan la calma, es de noche, cerrada, después de haber engullido tiempo y dinero de miles de usuarios. El color es gris. Lo miro y no lo creo. Yo conduje uno como ese. Y parecía el coche, lo mejor. Y ahora parece algo pequeño, olvidado, antiguo. Me pregunto si volverá la estética esa, alejada de curvas y redondeces sacadas de túneles de viento y de aerodinámicas milimétricas. El mundo cambia y no hacen falta tantos años para ver las diferencias. Y hay cambios para bien y otros que nos vuelven locos. Decía Pascal, que “toda la desgracia del hombre viene de una sola cosa, no saber permanecer en reposo en su cuarto”.  O como dice Houellebecq, “basta con dejar de participar, dejar de saber, basta, literalmente, con quedarnos inmóviles unos segundos”. ¿Para qué? Quizás para volver a la esencia, a la nada. Desconectar para seguir conectado a la vida, pero de otra forma, en reposo, ajeno a la marabunta que te lleva, te estrecha, y te persigue. La que hace que compres, consumas, veas y mires. La que quiere que rías cuando ellos lo dicen y llores según su plan. La que idiotiza y anula la voluntad. La que nos persigue durante los noticieros. La que da vergüenza ajena cuando uno se planta esos segundos, frío, y ante la cara del ministro de turno es capaz de darse cuenta de que no dice nada, de que sus palabras pierden sentido cuando se escriben y se repiten. Palabras que forman frases, vacías, a veces llenas de mentiras. Volver al cuarto es difícil. Y no salir, más. Te llamarán loco, te llamarán extraño, quizás raro. No pensar como ellos, no estar a su moda. No seguir el flujo de su vida. Todo está en tu contra. Contra corriente el esfuerzo es mayor. Quizás la recompensa también.

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