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la letra K
En Plaza de puerta de moros, barrio de la Latina. Madrid. Es
Juanalaloca. Restaurante, pintxos-bar. Buenos pero caros. Es jueves de Agosto.
Al lado empiezan fiestas, de santos, primero llega San Cayetano, después San
Lorenzo, acabará la Paloma. El primero tiene calle, de cuadros y molduras.
Santo italiano. Funda los teatinos. En una de las calles, decorada con
farolillos y mantones para la ocasión, tiene su modesto altar recién puesto.
Imagen pequeña e historia. Se regalará limonada el fin de semana. La plaza de
Cascorro vibra de bares, mostradores y terrazas, gente que escucha o no el
inicio de las fiestas, aventado desde el escenario. Cascorro, pueblo cubano.
Eloy Gonzalo, el héroe de aquel episodio de la guerra de Cuba, donde su
valentía consigue levantar un cerco a las tropas españolas. Para siempre
inmortalizado. Calle y también estatua. Se anuncian verbenas y procesiones.
Llegarán mas actos. Pienso en los vecinos y lo que tendrán que soportar.
Multiculturalidad en calles cercanas. Plazas que acogen emigrantes y negocios
que no son lo que fueron. Comidas y olores diferentes. Los ritmos también cambian.
Bajando se pone el sol y algunos lo ven, al sol y a Madrid que se ensombrece
desde la dalieda de San Francisco. Al lado de la basílica del Grande. Mustio el
parque y las dalias. Grupo escultórico de “El sueño de San Isidro”, obra de
Santiago Costa, 1952. Blanco. Alguien se llevó la mano del santo. Escaleras
para seguir bajando. También es de noche al día siguiente. Y se hace la luz.
Todas se iluminan menos la K. Son letras de cartel luminoso, enorme. Canta
Lowell Fulson, sus letras, habla de viajes y amores perdidos y toca la
guitarra. Es blues, estrella en los 40 y 50. Banderas que ondean. Esperanzas que
salen de tienda donde comprar cachivaches y mas. Artículos de hogar para formarlo o para
renovarlo. Diez y media de la noche, agotaron el día para llevarse eso que va
en carro y luego en coche y luego queda ahí puesto. Ilusiones de embarazada. Ella
espera y la habitación estará lista. Ilusiones de mayores que andan despacio
tras los hijos o nietos. Y la luna mengua o crece. No lo sé. Y la K que se
apagó. Y suena el blues en noche caliente con cadencia de balanceo de cabeza. En
piezas cortas, no hacen falta mas de tres minutos para hablar y contar. Bienvenidos
a la felicidad. Eso dice la tienda roja, al lado. La de móviles y aparatos. Han
inventado la rueda, eso creen. Todos prometieron felicidad, de siempre el
comercio lo hizo. Comprar como recurso para escapar de algún sitio, hasta de
uno mismo. Quién escribió un obituario de Fulson, lo describe como feliz un par
de años antes de fallecer, cuando lo entrevistó. Cuenta que el artista tuvo un
incidente de tráfico al principio de su carrera. Y el policía le dijo que su
vida valía lo que una bala de su pistola. Hablamos de años de segregación. Pónganse
en el sitio. No pasó de ahí y tocó seguir, avanzar. Hacer música y sentir y
hacer sentir. Las banderas siguen a lo suyo. No es su culpa. Es culpa del
viento.
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