lunes, 29 de agosto de 2016

albarracín-2



Es martes y la muralla sigue ahí, soleada y recortada contra un fondo azul. Frescor de mañana. Desayuno con vistas. Hacemos el paseo fluvial, una de las opciones recomendadas por la oficina de turismo para ver Albarracín desde otro punto de vista. Pasarelas para salvar el río, caminos al lado de enormes rocas y sendas paralelas al cauce que da sonido a la mañana. Vistas de la alcazaba a vista de asedio imposible. Huertas y casuchas construidas para vivir en paz. Después subimos a la muralla y a la torre del Andador. Tejados en la mirada. Vistas diferentes. La subida es llevadera y merece la pena la visión. El conjunto del pueblo se antoja reducido. Una vez de nuevo abajo esperamos que empiece la visita guiada a la Catedral con paseo por el pueblo. Las golondrinas se agitan revoltosas en torno a un nido. Empezamos con un audiovisual y charla desde la balconada contigua al templo. Ajena a todo, ella, con rulos verdes, tiende la ropa. La catedral es hermosa, en proceso de restauración durante un tiempo, las obras se acaban ya porque se va a inaugurar de nuevo el ocho de septiembre, coincidiendo con las fiestas patronales. Los bancos por poner. La construcción actual data de 1572. En la capilla del bautismo aparece una pintura mural que se descubrió en las sucesivas obras. Un descendimiento de finales del XV, inconcluso ahora, pero que se antoja sería hermoso en su plenitud. Curiosa la virgen dormida que nos cuentan solía ser sacada en procesión los quince de agosto. Quizás la obra mas destacada sea el retablo de San Pedro en madera no policromada, atribuido a Gabriel Yoly, escultor francés del XVI fallecido en Teruel en 1538. Después paseamos por el pueblo, nos cuentan historias e historia. Casas con encanto, torcidas, como la de la Julianeta. Mas visitas guiadas alrededor. La plaza Mayor se llena de gente. Y nos enseñan que es un ajimez o ventana con celosía para mirar quien viene o quien llama a nuestra puerta sin ser vistos. La visita concluye, es mediodía, bajamos la rampa para tomar el coche. El que nos llevará a Teruel. Entre medias un par de paradas para ver el acueducto romano de Albarracín-Cella. El objetivo era llevar agua del río Guadalaviar hasta el pueblo de Cella. Un total de 25 km. Paseamos un mínimo paseo por el surco excavado en la tierra. Y después, en el barranco de los burros caminamos un trecho excavado en la roca. Ventanas que se abren al exterior para la ventilación. Es del siglo I d.C. Obras de otros tiempos, casi inconcebibles con los medios de entonces. Llegamos a Teruel.


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